Es la actitud de quien se siente ajeno o
se desentiende de la política.
PERO ¿Alguien puede decir, (y creérselo), que no le afecta la política?
La política no pertenece a un área de
conocimiento, distante de la vida diaria, de la cual podamos abstraernos.
Es como decir “no me gusta el clima”.
Una cosa es que no se quiera estudiar o dedicarse a la meteorología y otra es
que uno pueda desentenderse del clima como si fuese algo ajeno al día a día.
Cualquier decisión de los políticos
tiene una importante repercusión en la vida de los “gobernados”. Por otra
parte, la actitud que asumimos los ciudadanos influye en las políticas que
aplique el gobierno, incluso cuando pretendemos ser apolíticos.
Nos vemos involucrados, queriéndolo o
no, con la política, tanto como con la economía, la tecnología, la medicina, y
otros temas.
Desentenderse de la política es como
intentar tapar el sol con un dedo, dejándose llevar hasta que las
circunstancias nos perjudiquen directamente. No es fácil tomar parte activa
en ella ya que implica reconocer que nos afecta; conocer el pasado para no repetir
los errores; estar informado; participar en la medida de nuestras
posibilidades; contrastar opiniones para formarnos un criterio; transmitir
ideas a nuestros hijos y allegados para tratar de crear conciencia en nuestro
entorno. No es sólo votar. Votemos o no, asumimos una actitud política,
aún sin desearlo.
Sin proponernos, desde el momento que
interactuamos con otros seres humanos, somos actores políticos. Aun si evitamos
mirar las tremendas injusticias del poder, estamos asumiendo una actitud política
porque tanto la participación como lo contrario influye en nuestras vidas y en
las de los demás.
Como dijo Aristóteles, “El hombre es,
por naturaleza, un animal político”.
Los venezolanos perdimos la democracia
por no asumir activamente nuestro rol ciudadano, pero en cuanto la recobremos,
podremos salir a reclamar, cuando y como corresponde, a las irregularidades que
suelen cometer los gobiernos de todas las tendencias.
Como dijo Gandhi, “Lo más atroz de
las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.
A los políticos les conviene que sintamos que la política es solo cosa
de políticos, que hagamos lo que hagamos, votemos por quien votemos, nada va a
cambiar. Les conviene desmovilizar a la sociedad, que seamos apáticos y los
dejemos hacer lo que a ellos les parezca. Sólo somos importantes para
el voto, de resto a seguir produciendo para que no falte dinero en las arcas
públicas. Nos quieren lejos de los espacios donde se toman las decisiones que nos
afectan. Cuanto menos nos enteremos de sus manejos mejor.
En política hay ciclos como los hay en
la vida de cualquier ser humano. Tras las dictaduras resurge el ansia de
participación ciudadana, luego aparece la alternancia de poder entre dos
partidos, de la conveniencia mutua de llevarse bien para no hacerse daño,
surgen componendas corruptas. Ambos grupos políticos abusan por la complicidad
que tienen de permanecer en el poder y, cuando están engolosinados, surge un
tercer partido político que denuncia lo que es obvio y promete lo que todos
deseamos escuchar. El tercer partido suele autodenominarse “formación” para
diferenciarse de los indeseables partidos políticos, se posiciona como antipolítico
para que todos los que dicen ser apolíticos se identifiquen con él, se
alimenta de las frustraciones acumuladas y toma posiciones radicales, ya sea de
derecha o izquierda, al poco tiempo vuelve a empezar la tiranía, la dictadura o
ambas.
Peligros de la Anti Política
Anti-Política es el desprestigio a la política y a los políticos;
es la desesperanza y la frustración generalizada del ciudadano. Esta manera de
percibir al país resulta peligrosa porque el “Mesías Político” encuentra
las condiciones ideales para ganar altos cargos, incluso la presidencia, con
argumentos antisistema y “progresistas”. Puede darse el caso de
que se trate de alguien que no ha hecho carrera política, que, además, no se
rodea de profesionales cabales que le puedan asesorar. Capitaliza la
impotencia del ciudadano que reacciona en las elecciones de tres formas posibles:
le cree porque quiere creer en alguien, aplica el voto-castigo o se abstiene.
En estas condiciones, lo más probable es que surja un nefasto “chavismo”
que aplica medidas “estrafalarias” y desatinadas que solamente empeoran la
situación y generan graves problemas.
Rol de los partidos políticos
La corrupción no castigada alimenta la Anti
política. Lamentablemente, los políticos interpretan su partido como un
club de “amigos para siempre” donde el ciudadano, que debería ser el objeto
central de su gestión, no juega ningún rol. Ante los señalamientos de
irregularidades, es precisamente el presidente del partido el que respalda
incondicionalmente a sus compañeros, anteponiendo sus afectos partidistas a la
misión que debe cumplir, incluso, como en España, cuando el presidente del
partido de gobierno es además el presidente del país.
Uno de los objetivos de los partidos es
promover la participación ciudadana en la vida democrática pero estas actitudes
desaniman la participación ya que parece que la misión de “cumplir y hacer
cumplir las leyes” sólo aplica a los que no son miembros del “club”.
La posición del presidente debería ser “que se cumpla la justicia, aunque
afecte a mis compañeros de partido”, incluso pidiendo la renuncia a quienes
estén incursos en situaciones ilegales.
Seguir siendo espectadores impasibles
solamente fortalece a los abusadores.
Ahora, con la tecnología como aliada,
todos podemos sacar nuestro espíritu de “reportero” y “periodista” para
denunciar, de forma consciente y objetiva, las injusticias del poder.
Nadie es, ni puede ser, apolítico porque, hagamos o no hagamos,
influimos decisivamente en el modelo social que padecemos y/o
disfrutamos.
MALA FAMA DE LOS POLÍTICOS